LA FUERZA DE VOLUNTAD NO EXISTE

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Puede que tu que nos estás leyendo estés pensando, ¿pero cómo que no existe la fuerza de voluntad si es lo que uso cada día para hacer todo “lo que tengo que hacer”?

Y precisamente esa es la pregunta que queremos que te hagas y te respondas de manera sincera,…

¿cuál es la razón por la que cada día decides levantarte?

Cada persona llegará a una conclusión bien diferente, y algunos no sabrán definir muy bien esa «razón», pero en cualquiera de los casos, esta reflexión nos lleva a centrarnos en lo realmente interesante: las motivaciones.

A lo mejor ahora si que estás viendo por donde íbamos con el título del post,…la fuerza de voluntad no existe, porque no es suficiente en sí misma para que consigamos nada, lo que necesitamos es tener motivos que nos empujen de cara a un objetivo.

Como seres humanos, nuestros recursos son limitados, no te dejes engañar, nadie puede mantener a lo largo de 24 horas la atención plena por ejemplo, y por descontado que nadie tiene energía ilimitada (aunque a veces en Instagram parezca lo contrario;)) Hacia dónde van nuestros recursos y capacidades están muy influidos además por nuestro entorno, la personas que nos rodean, por nuestras cargas laborales o nuestras responsabilidades familiares.

Todos estos aspectos nos dejan claro entonces que cuando nos proponemos introducir un cambio de hábito (como puede ser mejorar nuestra alimentación), la fuerza de voluntad no es la que manda, la que dirige nuestra activación es una mezcla de motivación y ambiente, y este último media además en nuestra percepción de realidad y de nosotr@s mism@s.

Tod@s tomamos decisiones y nos comportamos en consecuencia guiados por nuestra relación con el medio que nos rodea y en función de cómo nos encontramos en ese momento preciso. Cuando después de intentar hacer un cambio de hábitos, pasa el tiempo y miramos atrás, sobretodo si los resultados de lo ocurrido no son lo que esperábamos, buscamos una explicación que encaje con la decisión tomada para darle coherencia a algo que no parece tenerla, y así vamos avanzando entre los intentos y las frustraciones y culpandonos por no tener la “fuerza de voluntad suficiente” para conseguir esos objetivos que tanto nos gustaría alcanzar y que nos facilitarían el estar más cómod@s con nuestras vidas.

Por todo esto, si te planteas comenzar de nuevo a recorrer el camino del cambio de hábitos en tu alimentación (o en cualquier otra faceta de tu vida), aquí te dejamos alguna pista de cómo puedes mejorar el proceso para que los resultados sean diferentes esta vez:

  1. Analiza a las personas que te rodean y sus opiniones para diferenciar si son motor o freno en tu viaje. Intenta que tu círculo sea de personas que suman energía y no de aquellas otras que siempre te suponen trabas.
  2. Diseña un entorno facilitador recordando que tenemos tendencia a realizar las acciones más sencillas y cómodas (si quieres comer sano en la oficina, deja el tupper preparado de la noche anterior; si quieres reducir tu consumo de refrescos no los tengas en casa)
  3. Toma decisiones que conlleven recompensa no muy lejana en el tiempo. Si nos ponemos objetivos a muy largo plazo es difícil mantener la motivación en el tiempo. Por ello puedes dividir tu gran objetivo en otros más pequeños que puedas ir alcanzando relativamente pronto para ir teniendo pequeñas recompensas frecuentes. Por ejemplo, si me planteo que mi objetivo sea comer bien (inespecífico y a largo plazo), me resultará más útil plantear objetivos pequeños y concretos como «cambiar el pan blanco a pan integral», «comer todos los días una pieza de fruta», «reducir los refrescos a dos a la semana»,…
  4. Al hilo del punto anterior, plantea intenciones para ir introduciendo en el futuro de forma progresiva.
  5. Introduce pequeñas limitaciones que te ayuden a mejorar el disfrute del momento sin que impliquen obligaciones o “deberías” porque las obligaciones generan incomodidad; usa la creatividad!
  6. Comparte tus ideas (con amistades, mentores, profesionales,…) para obtener también las posibles críticas y úsalas en tu beneficio parándose a analizar posturas que quizá tú no veías y pueden suponer un error en tu camino que impide alcanzar el éxito. ¿Hay algo que debas modificar?
  7. ¡Rodéate de apoyo! Como seres sociales que somos, variamos nuestras actuaciones en presencia de otros, así que puede que una opción que te sirva de utilidad es hacer el recorrido acompañado (si quieres comer mejor, implica a tu familia y que sea un cambio que hagáis entre todos; si quieres empezar a ir al gimnasio busca a una amiga que también se quiera apuntar,…)

Y recuerda que si permaneces en la frustración tras varios intentos, puedes contactar con nosotras y, desde el servicio de psiconutrición, podemos ayudarte a indagar, reconocer y observar los factores que están impidiendo que avances.

¡SIEMPRE ES POSIBLE!

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