Se termina el 2020, y aunque para cada persona habrá una valoración diferente, es muy posible que la mayoría coincida en varios aspectos.
En el plano psicológico ha sido un año diferente. La pandemia ha irrumpido en nuestras vidas poniendo a prueba nuestras fortalezas y al final del año el cómputo general tendrá un mucho de enseñanza-aprendizaje.
Está siendo una etapa en la que salen a flote cualidades tan eficientes como la solidaridad, la cooperación, la comunicación, el trabajo en equipo,… aspectos que ayudan al bienestar por esa necesidad humana de compartir y que conllevan una mayor operatividad en el día a día.
Nos hemos dado cuenta de cuan resiliente es el ser humano, es decir, de la capacidad que tiene para adaptarse a la adversidad, pero sobre todo, de la habilidad que tiene para poner en marcha mecanismos y estrategias que le devuelvan a la calma, porque es imposible mantenerse agitado 24*7*366.
Aunque ha sido de un modo drástico e invasivo, hemos experimentado la importancia de bajarnos del tren apresurado que resulta la vida, tomar consciencia, ser observadores de la realidad y poder estar presentes para aquellas cuestiones que no asumimos como prioritarias, es decir, las pequeñas cosas.
A menudo dejábamos de lado lo cotidiano para mantenernos activ@s de cara al futuro; con planes continuados, ritmos poco sensatos, con demasiada atención al paso del tiempo,…y muy poco centrados en el presente, en el ahora.
Cuando nos han indicado que lo mejor era quedarse en casa, la sensación que apremiaba era la de falta de libertad y a veces ha costado el adaptarse a la nueva realidad, pero lo cierto es que en mayor o menor medida, el 2020 nos deja interesantes huellas…
- La importancia de pararse y tomar consciencia! El hecho de ser observadores nos permite apreciar lo que nos rodea. Cuidarse pasa por apreciar las pequeñas cosas que nos ofrece cada día para disfrutarlas en el presente y no solo anhelarlas de cara al futuro; no dejes que se escape el tiempo…¡haz de lo cotidiano lo extraordinario!
- Aumentar la autoexploración. Hemos tenido tiempo para viajar al mundo interior, generar un mayor autoconocimiento y, en consecuencia, aceptar y atender nuestras necesidades sin que nos resulten extrañas.
- La creación de un espacio seguro. No me refiero a la seguridad del hogar (que también); voy más allá… Este 2020 nos ha dado la oportunidad de alcanzar conexión, estabilidad, calma, bienestar y libertad en/con nosotr@s mism@s. No sé si te has dado cuenta, pero ¡tu espacio seguro eres tú! ¡Créalo y creetelo!
- Vencer el miedo a la soledad. Aunque para algunas personas fuese difícil permanecer tanto tiempo en solitario, en el 2020 aprendimos que, a ratos, liberarse de la presión que ejerce el medio es sanador y que la soledad no es siempre una enemiga, si no que se puede ser secretamente feliz protegid@ por un@ mism@ y creando nuestras propias murallas.
- Generar fuertes alianzas. Un equilibrio adecuado entre cultivar tu yo interior y cuestionar tu relación con el mundo exterior. Frenar el ritmo frenético del día a día ha permitido que el foco atencional varíe y que la balanza se ajuste sanamente. ¿Está en tu vida sólo quién tiene que estar?
¿Te has dado cuenta?
Lo único que te estoy transmitiendo todo el tiempo es que el 2020 ha puesto en valor el potencial del autocuidado.
El 2020 ha permitido que observemos nuestra vida y nos demos cuenta de que no es lo que pasa mientras estamos fuera de casa; nuestra vida es observarnos, cuidarnos, mimarnos,…el resto es una imposición social que hemos asumido como elección personal.
El 2020 ha permitido que seamos más flexibles y nos demos cuenta de la importancia de disfrutar el camino y no solo alcanzar el destino.
No hay excusas ni culpables, está en tu mano, continúa siendo parte activa; no dejes de verte y ¡cuidate!