La semana pasada os hablaba del poder de redirigir la atención para poder calmar el cuerpo y la mente y mencionaba también que a veces la tendencia que prima y lleva las riendas es la de los pensamientos negativos.
Cuando nos encontramos en esta situación, a veces realizar una meditación es complejo, porque hay una fuerza (interna?) que parece llevarnos ventaja y que cuesta manejar y es que es evidente que no es tarea sencilla alcanzar el dominio de la atención, especialmente cuando lo hacemos de manera impuesta. Seguro que alguna vez tod@s habéis intentado no pensar en algo que os genera una respuesta de ansiedad, y en lugar de conseguirlo, ese pensamiento os acompaña de forma más notable, ¿verdad? y es que justo estáis poniendo el foco en la idea equivocada, de alguna manera lo que estáis es potenciando el poder de dicho pensamiento.
Los pensamientos negativos aparecen de forma espontánea y generan una emoción desagradable asociada; se crea así una alerta y aunque a veces no se identifica exactamente de donde ha nacido lo que sí os aseguro es que no va a cambiar de forma tan automática como llega, es necesario realizar una observación y una modificación.
Generalmente mostramos tendencia a la rigidez en cuanto a patrones mentales porque funcionamos en base a lo que hemos aprendido; todas las conceptualizaciones que de forma inconsciente asumimos cuando somos menores, condicionan nuestra vida adulta a diario.
El hecho de darse cuenta de que algo no está siendo beneficioso para nosotr@s es el primer paso para conseguir avanzar, pero a continuación tenemos que proseguir en la búsqueda y ser flexibles aceptando que no siempre nuestras creencias son las más acertadas y por supuesto no son las únicas que tiene cabida o utilidad.
Para abandonar la rigidez mental tan habitual necesitamos realizar un análisis de nuestras ideas para llevarlas al extremo incluso de la irrealidad y generar la duda entonces respecto a la idea que nos está afligiendo.
Diariamente los profesionales nos encontramos ante esto con el siguiente planteamiento: “yo podría pensar de otra forma como me pides, pero no me lo creo”; “si tu estuvieses en esta situación, entenderías que no hay solución posible”; “esta estrategia a mi no me funciona, porque no siento eso que me dices que piense”…
Aunque no os lo creáis, nosotr@s también tenemos y hemos tenido pensamientos rumiativos o negativos que nos han llegado a molestar, y claro que entendemos que es tremendamente complejo asumir espontáneamente que otra idea generada de forma voluntaria y en versión positiva es la que vamos a terminar validando, porque los pensamientos negativos tienen un alto potencial y una enorme capacidad para parecer reales; como todo parece encajar con ellos es lógico que inicialmente tu razonamiento sea: “no me servirá de nada”, pero en ese momento, y si estáis abiertos al cambio porque ya habéis identificado que algo no iba bien, entonces estáis en el camino, y la duda está construyéndose dentro de vosotr@s. Puede que identifiquéis que lo hacéis de forma obligada e incluso al inicio es posible que así tenga que ser, pero veréis de forma progresiva como podéis ir desaprendiendo las lecciones anteriores y renovando el contenido de forma productiva.
Si nos paramos un momento nos damos cuenta de que pensamientos de ese estilo ya nos han acompañado en ocasiones anteriores, y finalmente hemos vuelto a sonreír sin ellos antes de que otros nuevos interrumpiesen, ¿verdad?
¿Qué podemos hacer entonces?
La idea principal de este post era aportaros algunas estrategias para que pongáis en práctica cuando os encontréis atrapad@s por las ideas que genera la mente y que se vuelven permanentes:
- Capta el momento, no juzgues. Nuestra tendencia natural es, a menudo, analizar y distraernos haciendo conjeturas sobre pasado y/o futuro; como escapa a nuestro dominio genera malestar, así que prueba a observar lo que ocurre a tu alrededor en este instante sin juzgar, solo escucha y acepta.
- Empápate de las percepciones: Nuestros sentidos captan diariamente miles de estímulos, así que está en tu mano concederles espacio en un primer plano o bien presentar ante ti de forma buscada aquellos que sabes que te gustan de manera especial: olores, música, sabores, visualizaciones, recuerdos, mirarte al espejo, sonrisa, baño, autodiálogo agradable,…¡cambia la asociación emocional!
- Sé flexible: No sobrecargues al sistema! no te exijas ser productivo al 100% todo el rato y acepta como algo sano y natural el hecho de que tu mente viaje de vez en cuando, incluso hacia derroteros no muy agradables. Recuerda que las emociones son adaptativas (aunque no siempre veamos su función) no es necesario que les temas!
- Planing diario: Organiza tu tiempo (semanal o diariamente) y plantéate objetivos adecuados! es importante que sepas qué acciones vas a completar para que la carga mental que implica organizarse no suponga un extra y favorecer así la claridad. Que no te pare el pensamiento, inclúyelo en tu día.
- Pensamiento alternativo: Elabora un pensamiento alternativo, es decir, una opción diferente y no solo un constructo contrario respecto al pensamiento rumiativo, ¡usa la creatividad!Da igual que no te lo creas o que parezca inalcanzable. Si necesitas recordarlo llévalo en tu bolsillo o cartera!
- Genera la duda: Busca argumentos para defender el nuevo pensamiento y generar duda respecto del rumiativo que te daña, así promoverás el cambio tu mism@!
Por último os voy a dejar otra forma de practicar la atención en momentos de angustia por las ideas rumiativas, que aunque suena a veces contraproducente a nuestro cerebro le funciona muy muy bien para liberarse.
- Tiempo del pensamiento: Ofrécele un espacio y un tiempo específicos a tu malestar. Escoge unos 15 o 20 minutos diarios para incluir en tu plan de forma que en ese ratito solo puedas prestar atención a la preocupación principal que te acompaña; de forma voluntaria trae esa idea a tu mente y trabaja con ella, verás cómo progresivamente la interferencia que provocaba va desapareciendo.
Confío en que os sirva de apoyo, pero recuerda que cada una de las estrategias que os comparto no son excluyentes ni suplen el proceso psicológico específico para cada persona; si crees que necesitas ayuda, contacta sin compromiso y lo valoramos junt@s.