EL PODER DE (ESTE) ABRAZO

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Hace unos días, en consulta, tuve sesión con una adolescente a la que acompaño hace unos meses…

Cuando llegó acompañada de su madre, me di cuenta que sería un abordaje delicado porque no quería compartir nada…

Había muchos factores detrás, pero sobretodo mucha inseguridad y mucha incapacidad para poder expresar lo que sentía…

En esa primera sesión, aunque mi idea era otra, fue su madre la única que se dirigió a mí para poder entender parte de lo que le(s) ocurría.

La adolescente me miraba, yo a ella, y aunque en un par de ocasiones dijo algo con voz suave, era la madre la que explicaba ampliamente su visión.

Ese día no tuvimos tiempo a solas, porque ella eligió que mamá estuviese presente.

A mediados de la segunda sesión nos quedamos las dos solas, y no fue la sesión más locuaz, pero creo que en el silencio y en mi discurso algo se iba fraguando.

En la tercera sesión estuvimos las dos solas todo el tiempo y además introducimos el juego.

La adolescente era prudente y temerosa, pero yo creía intuir por donde podía ir la cosa …y, efectivamente, debajo había mucho dolor, un apego muy inseguro, y una mochila de corta pero intensa vida.

Jugando (bendito poder del juego!)  y sin insistencia, dejando que las preguntas fuesen mutuas y las historias contadas las escogidas sin presión…tuvimos la oportunidad de conocernos…

Pasaron las sesiones e incluso dejó escondido el miedo atroz a un nuevo país y a una nueva ciudad y comenzó a venir sola, con una sonrisa increíble que se atisbaba en su mirada detrás de las mascarilla.

Recuerdo el día en que en medio del juego me había dicho: me gusta estar aquí porque sabes escuchar y comprender

Ella también sabe hacerlo, pero siempre desde la perspectiva de renuncia a si misma y eso es muy injusto.

Nadie le había enseñado que hay otra manera.

Nadie le había enseñado que puede estar para los demás al mismo tiempo que para ella y que sentirse empoderada también implica tenerse en cuenta.

La he visto crecer y confiar…aprendimos juntas tantas cosas …

La he visto ir sacando el valor interior y hace poquito hicimos lo que casi podría llamarse una sesión de alta.

Aunque nuestra confianza ha aumentado muchísimo en todo este tiempo no me esperaba el regalo que me hizo;  en la despedida, de forma impulsiva, me abrazó 🙂

Ojalá fuese posible, escribiendo, transmitiros todo lo que sentí en ese abrazo.

Me dijo tantas cosas sin necesidad de palabras…

No siempre son necesarias. Hay muchas maneras de comunicar.

Practica el abrazo.

Abraza. Abrázate!

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